Todavía aún...
No sabía si el tiempo era una medida fiable. En ocasiones, los segundos parecían largas horas, otras veces, las horas pasaban en milésimas de segundo.
Se arrancó el reloj de pulsera y le quitó una a una las manecillas a su reloj de pared. Observó aquella esfera de números, huérfana ya de cualquier sentido u objetivo, hasta que una certeza vino a posarse en él:
No hay tiempo. Sólo aconteceres…Desterró de su verbo y de sus planes los antes y los luegos y se instaló en un eterno mientras cotidiano que cambiaba de forma con cada evento, con cada asunto, hecho, suceso o situación.
Nadie notó el cambio. Sólo él se sabía más pleno, más sereno,… más feliz.
Alguien en la calle le preguntó
“¿Tiene hora, por favor?”
-No, ya no –respondió él.
-Pero… ¿sabe qué hora es?”
-Es… Ahora –y se alejó encogiéndose un poco de hombros para disimular su sonrisa.
Kum* 
Milésimas de segundO
No sabía si el tiempo era una medida fiable. En ocasiones, los segundos parecían largas horas, otras veces, las horas pasaban en milésimas de segundos. Su vida había transcurrido en un soplo, su muerte estaba resultando una lenta agonía. Sólo había aprendido a esperar pacientemente, tardara lo que tardara, su breve beso cálido para soportar la fría y larga noche.
Su