Te espera días y días en la puerta de la cafetería. Tras cada desplante, se cansa de repetirte una y otra vez que tienes que cambiar, que no la tienes en cuenta, que sólo piensas en ti, que eres un egoísta, que no la quieres.
Hoy por fin llegas en hora, pero ella no está. Aprendió que tenía que cambiar, tenerse más en cuenta, pensar en ella, ser más egoísta, quererse.
La libélula se convierte en mero... como debe ser. En realidad ya lo era.
ResponderEliminarBesos de mar, cielo y selva. Besos desde mi rincón tranquilo.
eso me hace falta ami aprender a valorarme mas
ResponderEliminarmuy lindo todo lo que escribis
Se cansó de repetirlo y actuó...
ResponderEliminarAbrazos.
Valiente la protagonista de esta historia, no es fácil luchar por uno mismo. Triste que se tengan que perder las cosas/personas para valorarlas. Un abrazo, Su.
ResponderEliminarQuizá solo no está porque hoy decidió ser ella la que llegara tarde ;)
ResponderEliminarQuizá todavía hay esperanza... pero media hora tarde.
Un abrazo
El amor se cuida día a día con detalles. Nadie puede compartir lo que no tiene. Llenarse de amor para luego compartirlo.
ResponderEliminar¡Qué pocas veces ocurre eso!
ResponderEliminarUn beso Su.
Es más fácil pretender que cambie el otro, per más frustrante. Da más resultado cambiar uno mismo.
ResponderEliminarAbrazos
Bellísimo Su.
ResponderEliminarBesos.
Sin embargo yo pienso que para ellos no hay esperanza, que ella quiere que su perro maulle y no se da cuenta de que su perro sabe ladrar. Lo que tiene que hacer es buscar un gato para compartir su vida, que es mas facil que enseñar idiomas...
ResponderEliminarBesitos!!!
Bonito relato Su. Redondo.
ResponderEliminarBienvenido Xabi, muchas gracias por pasarte, me alegra que te guste.
ResponderEliminarRelatadamente, si, lo mejor es aceptar las cosas como son y tomar las riendas.
Abrazos Anado.