miércoles, 26 de octubre de 2011

Descanse en ¿paz?

Prohibiéndose sentir pensó que dejaría de hacerlo. Murió.

lunes, 24 de octubre de 2011

Danza




- Ya suena ¿bailas?

- ¿Bailar? ¿yo? No sé bailar.

- No importa, déjate llevar ¿sabes que música es?

- No, pero es muy…

- Es la música de la vida, disfrutarás bailándola.

- ¡Qué vergüenza! ¿Qué dirán los demás? Tengo miedo a pisarte, no quiero hacerte daño y que no vuelvas a querer bailar conmigo.

- Ven… escucha… no te preocupes por mi ni por los demás… se tú… libérate. Así te conocerás, así te conoceré. Sólo así conseguirás ser feliz.

- Pero dame la mano, guíame.

- No me necesitas. Cierra los ojos. Estaré aquí, contigo, pero cierra los ojos y fluye. Vive.

jueves, 20 de octubre de 2011

Alargando instantes


Deseaba que le rozara accidentalmente. En esas milésimas de segundo soñaba toda una vida.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Reciclaje

Dibujo de Juanlu



































En el aire quedaron los deseos. No se ha vuelto a saber de ellos. Si algún día ves que te caen encima, recógelos, puede que aún sirvan de algo.

martes, 18 de octubre de 2011

El acusado

- Aquél día no tengo muy claro lo que sucedió. Regresé a mi casa porque con la lluvia tan intensa que caía era imposible ir hasta el trabajo caminando. Según me acercaba a la verja de la entrada me extrañó ver allí aparcada una moto que no había visto nunca. Entré a casa totalmente mojado y frío. Unos gritos… al final del pasillo… en el dormitorio… hicieron que un intenso calor recorriera todo mi cuerpo. Cuando entré al cuarto, allí estaban, desnudos sobre la cama y ella…, ella con cara de horror. No recuerdo mucho más, sé que cogí el coche y marché de aquella casa a toda velocidad. Me dijeron que pasé varias horas desaparecido. Lo único que tengo en la memoria es que un frenazo seco y un golpe me volvieron a traer a la realidad.

Pueden seguir leyendo en:
El rincón de Nicolás Jarque: http://escribenicolasjarque.blogspot.com
Sucede que no me canso de ser: http://quenomecansodeser.blogspot.com/

domingo, 16 de octubre de 2011

Sueños rotos

Nunca pensé que me lo iban a proponer. En alguna ocasión lo había pensado, pero con la misma que me venía a la cabeza, lo desechaba. Primero, porque nadie pensaría en mí como posibilidad para llevarlo a cabo, no reunía el perfil que todo el mundo espera para ello. La gente es muy propensa a juzgar sin tener mucha información y, desde luego, conmigo lo harían. Segundo, porque yo, aunque critique eso de los demás y piense que deberían ser más benévolos a la hora de emitir algún juicio, tampoco acababa de confiar del todo en que, si se llegara a dar el caso, por mucho que lo hubiera soñado toda la vida y deseado con todas las fuerzas, fuera realmente capaz de sobrevivir victoriosa.

Aquella mañana el teléfono sonó cuando aún estaba dormida. Había salido la noche anterior y llegado un poco tarde ¡cuánto me dolía la cabeza! Según escuchaba lo que me decía aquella voz, cada vez me creía más que estaba en un sueño, aquello que estaba escuchando no podía ser cierto. Si no es porque en aquel justo momento, por la mezcla de estar medio dormida, resacosa, paralizada por el susto que me había entrado en el cuerpo, me caí del borde de la cama al suelo, jamás hubiera pensado que, efectivamente, estaba bien despierta, que aquella voz en el teléfono era de alguien que estaba al otro lado y que, desde luego, lo que me estaba diciendo era real.

Si, era real. No me lo podía ni creer, pero menos lo creería todo el mundo. Por sorprendente que pareciera, a partir de ese momento mi vida cambiaría para siempre.

Tenía que prepararme, estar lista, pero de pronto me entró un pánico horrible. Cuando ves las cosas en tu cabeza, en sueños, te parece que eres capaz de comerte el mundo, te duele que los demás no confíen en ti, que te llamen loca simplemente por soñar. Ahora, cuando veo que ya está, que no hay vuelta atrás, que por mero orgullo jamás sería capaz de rechazar lo que se me había dado, me atrevo a afirmar que es mejor no desear algo con mucha fuerza porque puede que se acabe haciendo realidad.

Según la llamada telefónica, si lo había entendido bien, en dos días tendría toda la información necesaria en el buzón. Fueron dos días indefinibles, dos días llenos de ilusiones, preguntas, planteamientos, temores, sueños, tristezas,… en fin, dos días completitos.

Recuerdo que la noche anterior apenas conseguí pegar ojo, fue la más larga de mi vida. Sólo la idea de pensar que a partir de la mañana siguiente todo cambiaría hacía que me diera un vuelco el estómago. Pensamientos sobre lo que tenía que dejar atrás, dudas sobre lo que me depararía la vida a partir del momento en que tuviera todos los datos en mis manos, no dejaban de dar vueltas a mi cabeza, y mucho menos permitían que conciliara el sueño para que la noche me pasara más rápido.

El ruido de la moto del cartero me despertó. Al parecer, al final caí rendida ante la impotencia de no poder resolver todas las preguntas que me asaltaban. Salté de la cama al instante y cogí algo de ropa para bajar al portal.

En ese momento el alma se me cayó al suelo. No sé si alguna vez han tenido la sensación de apostarlo todo a una carta y de pronto, perderlo todo; un frío inmenso te recorre el cuerpo, un enorme vacío te invade.

Todo había sido una broma macabra de algún inaprensivo, de alguien al que no le importaba lo más mínimo jugar con los sentimientos de los demás. Lo comprendí en el mismo instante en que metí la mano en el buzón y el puño se quedó agarrotado alrededor de aquella cosa visceral, inoportuna.

lunes, 10 de octubre de 2011

Meta


Doy un paso, luego otro y otro. Según avanzo hay ocasiones que siento que estoy más cerca, pero otras, sin embargo, que me alejo. No me detengo, pero escucho como otros pasos más rápidos pretenden adelantarme. Aligero mi andar.

Quizás si esta vez llego antes pueda quedarme.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Libertad

Dibujo de Juanlu

En las noches de insomnio, cuando por fin decidían no luchar contra la vigilia, se tumbaban y eran. Cada uno en su lugar del mundo.

Con la mirada perdida en el techo, en medio del silencio, se permitían liberar a sus corazones.

Era en esos momentos de espacios separados y tiempos comunes cuando sus corazones se pensaban sin obstáculos. Y se contrariaban por ser corazones pensantes y no corazones “sintientes”. Sólo cuando los sueños ganaban la batalla, se relajaban y comenzaban a sentir.

Con los primeros sonidos del amanecer, al despertar de sus conciencias, los atraían a prisa a sus cuerpos. Tenían como juramento que con el nuevo día sus corazones dejaban de existir.

martes, 4 de octubre de 2011

Defensa


Cuanto más transparente se sentía antes sus ojos, más se enturbiaba.