lunes, 2 de agosto de 2010

La rosa


La rosa blanca, en un principio, no pudo entender por qué fue cogida del jardín. La cortaron con mucha delicadeza, apenas sintió dolor. Cuando se dio cuenta, estaba rodeada de varias rosas blancas más, de las que supuso que tendrían la misma misión que ella. Unas dulces manos comenzaron a disponerlas de manera perfectamente estudiada, de forma que pasadas unas horas ya pudo adivinar que, junto a sus compañeras, tendría una misión importante. Estaban todas muy orgullosas de que hubieran contado con ellas para ese día.
Y llegado el momento allí estaban, entre las manos sudorosas y temblorosas de aquella novia radiante que miraba con mucho amor al hombre con el que compartiría su vida, contentas y emocionadas al oírles decir “¡Sí, quiero!

5 comentarios:

  1. Una misión importante de la que estar orgullosas, pero un sacrificio mortal al fin y al cabo.
    Un saludo, Su.

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  2. Cuánta belleza! Quedaron muy bien tanto el texto como la fotografía: hacen buena pareja :o)

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  3. Cada uno tiene su papel, y no siempre se es protagonista aunque ennoblece a las rosas blancas ese alegrarse con lo ajeno.
    Me gustó el micro.
    Un saludo

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  4. Gracias. Sí, todos-as tenemos nuestra misión en el mundo, ninguna más ni menos importantes, todas diferentes, todas necesarias.
    Abrazos

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