Páginas

Se había propuesto escribir un libro, pero sea por la razón que fuera, unas veces a la primera página, otras a la segunda, y alguna a la tercera, de pronto, se quedaba sin palabras. Al principio comenzaba las historias con ilusión, con muchas ideas, pero cuando sus argumentos comenzaban a carecer de sentido, sentía una gran decepción y pocas ganas de continuar. Poco a poco, cuando la costumbre le llevó a pensar que no sería capaz de hacerlo, comenzó a escribir con miedo, como presintiendo que tarde o temprano, ese final forzado acabaría llegando. Le costaba ver que todas esas historias inacabadas podrían ser diferentes capítulos de un mismo argumento, desconfiaba de ser capaz de darle sentido a su propia historia.