La mujer de la foto sonreía, era sorprendente, pasara el día que pasara, a la hora que fuera, con la intención de despistar, la mujer de la foto siempre seguía ahí, sonriendo. ¿Sonreiría a todas horas o sólo cuando pasaba por delante? No lo sé, lo único que sé es que cada vez que pasaba por allí, lograba que le devolviera la sonrisa, y poco a poco, que la fuera necesitando cada vez más, hasta aquél día en que la mujer de la sonrisa perfecta se fue, desapareció, y en su lugar apareció aquella otra que se medía la cintura porque estaba amargada con su silueta.
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