No dije que lo sabía por una sencilla razón, en ese momento no lo sabía. Pero si lo llego a haber sabido, tampoco sé si te lo hubiera dicho, nunca me sentí capaz de hablar mirándote a los ojos. Ahora lo sé, y me pregunto si también lo deberías saber tú, pues quizás ya es demasiado tarde para intentar arreglar algo que quedó atrás. Puede que ya no tenga solución, y por eso, ahora sí que quiero que lo sepas, porque ahora me siento con la suficiente fuerza para decírtelo con la cabeza bien alta, sin miedo a que me rechaces.
El destiempo y el no saber comparten alcoba en tu micro.
ResponderEliminarUn saludo!
Prosa madura, sabia economía del lenguaje, buen ritmo. Te linkeo en mi blog para seguirte leyendo.
ResponderEliminarUn saludo,
PABLO GONZ
http://pablogonz.wordpress.com
En alguna ocasión, cuando salgo de marcha, llego a casa de día y me saluda Don Pedro (mi vecino) con un reconfortante "buenos días". Ocurre a veces que llegar demasiado tarde realmente podría ser demasiado temprano. El tiempo siempre es interpretable como cualquier ley. Somos jueces y sentenciamos... sentencio que el tiempo no es oro, es vida.
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias!
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