Me levanto a toda prisa. Maldigo
al despertador por haberse apagado cuando apreté el botón entre sueños, ya me
retraso cerca de media hora. Ducha rápida, bajo corriendo las escaleras
mientras me acabo de vestir. Arranco el coche y salgo chirriando ruedas, la
abuelita que todas las mañanas me sonríe haciendo el deporte del día esta vez
me mira asustada. Cruzo la ciudad como si estuviera haciendo el Mundial de Fórmula
1. Llego a mi destino y me quedo paralizado, con las manos sujetas al volante
tan fuerte que me es imposible salir. Respiro profundo, mi mirada se pierde en
un mar de lágrimas. Allí, frente a la empresa en la que he invertido quince
años de mi vida, me doy cuenta de que es mi última llegada a esa meta.
Esta historia tiene un fondo tan actual como versosímil y desazonador, Su.
ResponderEliminarLa dotas de un final sorprendente en más de un sentido. Por un lado, como lector no espero llegar a este final. Pero además, sorprende que alguien en su situación se preocupe por llegar tarde.
Un micro que es un homenaje a los hombres (como género humano, aunque no debería aclaar esto) honestos que están sufriendo.
Un abrazo,
Muchas gracias, Pedro. Creo que son muchas las personas que están pasando estos días por esa situación. Era mi pequeño homenaje a ellas.
EliminarUn abrazo
¡EH!, No vale, tiene más de 99 palabras!!
ResponderEliminarUi, perdona. Es que los 150 de Miguel me tienen ya loco.
Besos payasos.
Menos mal que estás tú para contar...
EliminarBesos, payaso.
Su, todas las últimas carreras son tristes, aunque con ellas se descanse. Los recuerdos, aunque sean de lo cotidiano, siempre nos dejan un buen sabor de boca.
ResponderEliminarAunque sé que el relato es triste, me quedo con el optimismo que todo cambio, por malo que parezca, es bueno.
Bessets.
Hay un dicho que dice que cuando se cierra una puerta, una ventana se abre.
EliminarEsperemos que así sea.
Bessets
Está muy bonito el cuento. Y puedne haber varias interpretaciones finales. Pero sujeto la que tiene que ver con cierta tristeza y cambio voluntario del personaje, que es él quien quiere dejar su labor, su trabajo. Por lo demás, se siente las ansias de quien llega tarde, je, quizá es porque soy de esa clase de humanos. Abrazos.
ResponderEliminarHay tantas interpretaciones como personas lo lean, eso es lo bueno.
EliminarAbrazos
Pues yo si le he visto otro final, el de alguien que se jubila...pero eso ha sido a primer golpe, la realidad creo que es bien distinta, no Su?
ResponderEliminarUn abrazo certero!
Puede ser ese final, pero confieso no es el que yo pensaba tampoco.
EliminarAbrazo recibido
Todas las últimas veces se saborean de manera especial, todas quedan en el recuerdo. En este caso, pasar página y sintonizar con la primera vez del próximo lugar que sirva de equilibrio agridulce.
ResponderEliminarSorprendente y con sabor amargo, pero bien hilado.
Un abrazo
Muchas gracias, Enmascarado.
EliminarUn abrazo
Me quedo con la profesionalidad del personaje, que ni el último día quiere llegar tarde.
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