El Hombre cree que puede tener lo
que quiera cuando quiera. Así ha sido siempre a lo largo de su vida, por ello
vive con la confianza asegurada. Bastaba un levantamiento de ceja o una sonrisa
a medias para poder hacer sus deseos realidad. Nunca obtuvo rechazo de una
mujer. Siempre volvía a su casa con el sabor en su boca del éxito conseguido.
El Hombre creyó que podía tener
lo que quería cuando quería hasta hoy. Hoy levantó la ceja y esbozó su media sonrisa cautivadora, pero el
sabor amargo invadió su boca. Algo falló. Esta vez regresó a casa conociendo el
fracaso. Su confianza tambaleó. Cuando La Mujer dijo “¡ya está bien!” El Hombre
aprendió que no siempre querer es tener.
Este lo asumió. El problema son los animales que no lo asumen.
ResponderEliminarComparto comentario con Cybrghost. El de tu microrrelato entendió el fracaso; otros no entienden la vida de nadie.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que ya tardó la mujer en pararle los pies no? ... vamos digo yo.
ResponderEliminarOjalá hubiera una epidemia de ya basta, que contagiara a muchas mujeres, para que la padecieran esos animales-como dice Cyberhost.
ResponderEliminarUn beso
Su, los conquistadores empedernidos no soportan una derrota y es como sufrieran mil negaciones en una. Conozco a varios amigos de esta calaña y río cuando les sucede, pues tratan a sus conquistas como carne, sin más.
ResponderEliminarUn buen relato.
Bessets.
Chocó finalmente contra una pared, por acostumbrarse a ir con los ojos cerrados.
ResponderEliminarSigues siendo grande.
ResponderEliminarComo dice Paloma, ojalá hubiera una epidemia de ya basta, todo sería mejor.
ResponderEliminarBesitos
No era nada inteligente el hombre de tu cuento. Se dará por enterado de que la mujer no es un artilugio o trofeo.
ResponderEliminarBasta!
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