Epístola lunar

Querida luna:

Te conozco desde que nací, hemos compartido intensas noches, incluso algún día. Lo sabes todo de mí, te he contado mis alegrías, has recogido mis lágrimas, me has acompañado en mis insomnios, alumbras mis sueños, me guías cuando siento que me pierdo…

Has sido muy importante para mí, te agradezco más que a nadie que aunque no siempre te vea, estés ahí y me muestres tu mejor cara. Contigo tengo la tranquilidad de que no me voy a llevar ninguna sorpresa.

Pero querida Luna, pese a todo, guardas un halo de misterio. No sé, me da la impresión de que tú no tienes la misma confianza en mí. Hay una cara que nunca me has mostrado, siempre oculta. ¿Qué escondes? ¿Hay algo que te duele enseñar? ¿Tienes al menos alguien a quien mostrarte en tu totalidad?

Me gustaría ganarme tu confianza para que algún día te muestres conmigo tal como lo hago yo contigo, me dejes llegar a ti, rodearte entera con mis brazos.

Estate tranquila, cuando llegue el momento te darás cuenta de que siempre te querré, con lo que me muestras y lo que no alcanzo a ver.

Mientras, seguiré estando aquí…

Transparencias

Se había dado cuenta de que sus palabras eran demasiado transparentes, que por mucho que inventara e implorara a las musas, en cada uno de sus textos había una parte muy importante de sí.
Tenía miedo de desnudarse en aquellas frases y que todos los ojos que se posaban en ellas llegaran al fondo de su alma. Pero ya lo había hecho y eso no lo podía cambiar.
Era hora de tomar alguna decisión, a partir de ahora escribiría con sus dedos sobre el aire.

Ella no está

Te espera días y días en la puerta de la cafetería. Tras cada desplante, se cansa de repetirte una y otra vez que tienes que cambiar, que no la tienes en cuenta, que sólo piensas en ti, que eres un egoísta, que no la quieres.


Hoy por fin llegas en hora, pero ella no está. Aprendió que tenía que cambiar, tenerse más en cuenta, pensar en ella, ser más egoísta, quererse.

Un ángel

Apareció como un ángel y como tal cumplió. Acarició su alma, acunó su corazón, acompañó sus pasos, escuchó su grito… y su silencio, limpió sus lágrimas, provocó su sonrisa, le prestó sus alas, la enseñó a volar.

Juntos pero no revueltos

Cuando ella le comentó que quería comenzar a traer dinero a casa, él la ridiculizó.

Cuando él le dijo que iba a planchar la ropa, ella se tiró las manos a la cabeza.

Vivían juntos pero estaban en mundos separados.

Cuestión de luces

Se le encendió la bombilla cuando decidió alumbrar bajo aquella farola a su hija Luz.

Polvo

No sé si te diste cuenta, cuando me dijiste que me quedaban menos de dos meses de vida y me abrazaste, de que me hice añicos entre tus brazos.

Ahora, hecha polvo, tendría todo el tiempo del mundo para recordarte que esperé toda una vida por ese abrazo.

Fluir

Ya es como que la mano no la contiene y deja filtrar entre los dedos, se desparrama.
El tiempo de las contenciones ha pasado, toca, simplemente, fluir.

Insistencia

Escribió y escribió, pero se quedó en blanco.

Rodando

La vida le iba sobre ruedas...

Decían que no hay mal que por bien no venga.

Arritmia

El médico se quedó blanco cuando, tras auscultar con su fonendo a la muchacha que entró al servicio de urgencias, pudo hacer uso de las lecciones de código Morse que le dio su abuelo de pequeño. En sus oídos, aquel corazón le susurraba:
-- . .... . . -. .- -- --- .-. .- -.. --- -.. . - ..

Aprendiendo

Intentó apresar aquel sentimiento con una mano, pero lo apretó tanto que acabó con él. En ese instante le vino a la cabeza aquella frase que había escuchado en una película: “Si te estampas con algo bueno, debes mantenerlo hasta que sea el momento”
- ¿Hasta que sea qué momento?- Se preguntó cuando la escuchó.
Le dolía mucho pensar que aquello que le producía bien podría, en cualquier instante, evaporarse.
Su error fue pensar que debía mantenerlo con la mano bien cerrada para que no se le escapara... Su aprendizaje sería aceptar que sólo sería real si aún con ella abierta, continúa estando ahí.

Dos finales para un mismo principio

Todavía aún...

No sabía si el tiempo era una medida fiable. En ocasiones, los segundos parecían largas horas, otras veces, las horas pasaban en milésimas de segundo.

Se arrancó el reloj de pulsera y le quitó una a una las manecillas a su reloj de pared. Observó aquella esfera de números, huérfana ya de cualquier sentido u objetivo, hasta que una certeza vino a posarse en él:

No hay tiempo. Sólo aconteceres…

Desterró de su verbo y de sus planes los antes y los luegos y se instaló en un eterno mientras cotidiano que cambiaba de forma con cada evento, con cada asunto, hecho, suceso o situación.

Nadie notó el cambio. Sólo él se sabía más pleno, más sereno,… más feliz.

Alguien en la calle le preguntó “¿Tiene hora, por favor?”

-No, ya no –respondió él.

-Pero… ¿sabe qué hora es?”

-Es… Ahora –y se alejó encogiéndose un poco de hombros para disimular su sonrisa.

Kum*

Milésimas de segundO

No sabía si el tiempo era una medida fiable. En ocasiones, los segundos parecían largas horas, otras veces, las horas pasaban en milésimas de segundos. Su vida había transcurrido en un soplo, su muerte estaba resultando una lenta agonía. Sólo había aprendido a esperar pacientemente, tardara lo que tardara, su breve beso cálido para soportar la fría y larga noche.

Su

Meta-morfo-se-ando

Ando preguntándome si sabré como cambiar de forma.
Porque esa es mi meta.

Divino tesoro

A sus casi 99 años pensó en voz alta:
-"Ahora sí que estoy vieja"

Hermosa juventud había tenido.

Tic, tac

Tic, tac...
Silencio

Tic, tac...
Preguntas

Tic, tac...
Silencio

Tic, tac...
Insistes

Tic, tac...
Le miras

Tic, tac...
Esperas

Tic, tac...
Abrazas

Tic, tac...
Respiras

Volver a empezar

Se levantaba cada mañana antes que el sol, y ya cuando los primeros rayos de luz acariciaban su piel, la energía había invadido su cuerpo. Así pasaba el día, no importaba que las nubes o la lluvia amenazaran, ella brillaba con luz propia.
Sólo bajo la luz de la luna, cuando sus energías comenzaban a flaquear, era cuando se permitía llorar, vaciarse al completo para, con los primeros rayos del sol, volverse a cargar plenamente.

Silencio

Tenía tanto ruido en su interior que la boca era demasiado pequeña para que pudiera salir.
Sólo necesitaba un poco de silencio.