Sus encuentros alternaban entre
la necesidad y el placer. Eran dos almas solitarias que se ocultaban tras unos
cuerpos que buscaban el contacto. Cuando la unión era provocada por el placer,
el tiempo dejaba de existir, se fundían en un mismo ser y creían estar hechos
el uno para el otro. Si la necesidad les reunía, aunque sus cuerpos se abrazaran,
un gran vacío separaba sus almas. Jamás supieron decirse lo que anhelaban, mas nunca
dejaron de disfrutar de los encuentros fortuitos en los que cuerpo y alma se
convertían en uno.
Si ese duo de necesidad y placer lo convertimos en un trío con el amor, entonces si el disfrute será completo y ese vacío desaparecerá. Lo siento sigo creyendo en el amor.
ResponderEliminarBesos de gofio.
Yo también sigo creyendo en el amor, Gloria, pero no en el basado en la necesidad.
EliminarBesos aprendices.
Qué malo amarse por necesidad... qué viva el placer!
ResponderEliminarBesitos
Eso no es amor.
EliminarBesitos
Son bálsamos. Y a veces sirven. El resto, ya es moral.
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