Con unos acordes que escucharas de mi guitarra estaba convencido de que caerías a mis pies. Pasaba horas y horas tocando. No podía hacerlo de cualquier forma, tenía que lograr que las notas que salieran de aquellas cuerdas tuvieran su eco dentro de tu corazón, que no las olvidaras.
Parece que querías más a tu guitarra que cualquier cosa conmigo. Mira que me insinuaba una y otra vez, pero tus ojos sólo prestaban atención a esas cuerdas que acariciabas. Cuantas veces desee ser ellas.
Hoy por fin has caído en mis redes. Menos mal que has dejado la guitarra y te has fijado en mí. Mi música resuena en tu corazón. No puedo silenciar las melodías que salen de mí cada vez que tus dedos rozan mi piel.
Imagen de Cybrghost
Precioso.
ResponderEliminarUn diálogo ideal, platónico, que logra hendir la realidad.
ResponderEliminarUn encanto leerte, Su.
Me gustan esas caricias melódicas.
ResponderEliminarUn saludo
Guauu, muy bien, Su, muy bonito el diálogo
ResponderEliminarQué punteo más bueno!! jeje
ResponderEliminarBuena historia!
Un abrazo!!
La armonía final deleita las cuerdas donde reposa el relato.
ResponderEliminarBlogsaludos
¿Somos lo que hacemos, lo que aparentamos, lo que expresamos? ¿De qué enamoramos?
ResponderEliminarYuju,
ResponderEliminarmuchas gracias, me alegra que les haya gustado.
Tor, son preguntas que muchos nos hacemos. Quizás podamos dejarlo en que simplemente somos.
Abrazos