Hasta que decidimos volver a colgarla en la pared no nos dimos cuenta de lo que supondría para nuestras vidas. La habíamos vuelto a desenterrar, a traer a nuestro presente, y realmente, no sabíamos el por qué. Supongo que en el fondo añorábamos su presencia, echábamos de menos aquello que en su momento odiábamos, pero que desde luego, llenaba de sentido nuestras vidas. Ahora nos dábamos cuenta de que la necesitábamos; necesitábamos sentir que estaba ahí, en esa pared, en nuestras vidas, para sentirnos vivos, para sentir que ya no con sus golpes sino con su mirada, importábamos a alguien.
Muy interesante. Parece que no sabían qué es lo que había quedado de sus actos, de su persona. Y lo que parecía lo más importante, aunque no desapareció, pasó a un segundo plano. Y también percibo un toque de melancolía, en esa nostaliga por sentirse queridos.
ResponderEliminarAlgo así me queda tras leer tu cuento, Su.
Saludos
Su, ¿es una foto? ¿La foto del padre o de la madre? Es inquietante a la par que interesante el quid de este micro. Me gusta como lo desarrollas y como lo dejas tan abiertos como lectores tenga.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte y un beso de navidad.
Hay cosas que no valoramos hasta que no perdemos y cuando se van se olvida lo negativo y nos quedamos con el recuerdo y la añoranza de esa mirada. Me gustó mucho.
ResponderEliminarsaludillos
Yo pienso más en que aunque la persona no les hacía bien, era lo más cercano al amor que tenían. Y es duro... ni siquiera para que les peguen se sienten importantes.
ResponderEliminarJope!
Muy duro esa necesidad de sentirse vivos incluso teniendo que aguantar a quien les maltrató.
ResponderEliminarBesitos
Relato triste. Interpreto que es la foto del padre o madre fallecido, y que ahora, con la edad requieren de su extraña forma de amar. No sé.
ResponderEliminarCon este micro participé en REC la temporada pasada.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar.
Abrazos